Las cabezas apiladas me remiten al canon de Lisipo. Sus proporciones pueden remitir a una persona en pie. Así no me da la impresión de ser una obra vertical, sino antropomorfa —una persona no tiene dimensiones alargadas: simplemente es así, no está desproporcionada por ello. Sin embargo su excesiva altura contradice estas ideas, o la vuelven, tal vez, en algo amenazante, en tanto hay que mirar hacia arriba desde bastante cerca.
Al leer el comentario que se hace con relación al canon de de Lisipo, he pensado que como una persona, esta obra debería ir apoyada en el suelo, incluso despegada de la pared; exenta. Sin embargo, como se comenta, las dimensiones no concuerdan con las de una altura humana, por eso he pensado en un tótem. Un superposición de cabezas que se utiliza como rito o como marca de un territorio. Sin embargo al leer el título, definitivamente pienso que es una sucesión de fotograbas. Unos retratos que marcan un recorrido. Los fotograbas cinematográficos siempre son verticales, aunque nuestra visión al proyectarse sea horizontal. Por eso creo que tendría que estar en un espacio prácticamente oscuro, como las salas de proyección.
Es muy bueno el paralelismo con los fotograbas (es la primera vez que oigo —leo— esa palabra). Y, ciertamente, presentar la obra de esa forma, con esa alusión cine-tica, remacharía más todo aquello que tiene y que hace referencia al tiempo —el cine es movimiento: el movimiento es tiempo: el tiempo genera memoria.
(Por aquí vamos ya a un primer problema: el planteamiento del laboratorio nos anima a considerar y trabajar sobre esta obra como una pieza vertical y alargada, pero vemos que, en función de su contenido, puede tener sentido una colocación distinta...).
Colocación ortodoxa: colgada en pared, centrada con el eje visual, punto de vista óptimo a 3,50m de la pared. En espacio longitudinal, ocupando, centrada, el fondo de una de las naves laterales inferiores (E-10).
Las cabezas apiladas me remiten al canon de Lisipo. Sus proporciones pueden remitir a una persona en pie. Así no me da la impresión de ser una obra vertical, sino antropomorfa —una persona no tiene dimensiones alargadas: simplemente es así, no está desproporcionada por ello. Sin embargo su excesiva altura contradice estas ideas, o la vuelven, tal vez, en algo amenazante, en tanto hay que mirar hacia arriba desde bastante cerca.
ResponderEliminarAl leer el comentario que se hace con relación al canon de de Lisipo, he pensado que como una persona, esta obra debería ir apoyada en el suelo, incluso despegada de la pared; exenta. Sin embargo, como se comenta, las dimensiones no concuerdan con las de una altura humana, por eso he pensado en un tótem. Un superposición de cabezas que se utiliza como rito o como marca de un territorio. Sin embargo al leer el título, definitivamente pienso que es una sucesión de fotograbas. Unos retratos que marcan un recorrido. Los fotograbas cinematográficos siempre son verticales, aunque nuestra visión al proyectarse sea horizontal. Por eso creo que tendría que estar en un espacio prácticamente oscuro, como las salas de proyección.
ResponderEliminarEs muy bueno el paralelismo con los fotograbas (es la primera vez que oigo —leo— esa palabra). Y, ciertamente, presentar la obra de esa forma, con esa alusión cine-tica, remacharía más todo aquello que tiene y que hace referencia al tiempo —el cine es movimiento: el movimiento es tiempo: el tiempo genera memoria.
Eliminar(Por aquí vamos ya a un primer problema: el planteamiento del laboratorio nos anima a considerar y trabajar sobre esta obra como una pieza vertical y alargada, pero vemos que, en función de su contenido, puede tener sentido una colocación distinta...).
Colocación ortodoxa: colgada en pared, centrada con el eje visual, punto de vista óptimo a 3,50m de la pared. En espacio longitudinal, ocupando, centrada, el fondo de una de las naves laterales inferiores (E-10).
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